Clarita, la del manojo de rosas

Ringggg suena el teléfono… riiiiing para los actores y las actrices este inocente sonido provoca infartos de miocardio, por nuestra mente pasan miles de posibilidades, aunque la más frecuente es: “¿Será Almodóvar que por fin se ha enterado de que existo?” Riiiiingggg… Corro a mirar la pantalla del móvil… Un amigo. Bueno, no es Almodóvar pero siempre es bueno charlar con un amigo.
-¡Hola Elisa! Necesito una actriz para una zarzuela, la función es dentro de 15 días ¿Qué me dices?
-¡Glup! ¿Cómoooo?
-Es un reto ¿no te gustan los retos?
(Apunte mental: no volver a decir en público que me gustan los retos).

No os he comentado que tengo pánico a cantar en público. Todo el morro que tengo como actriz me falta como cantante. Hasta cuando hay que cantar el “Cumpleaños feliz” me quedo sin voz y sólo muevo los labios esperando que el ruido ambiente disimule mi playback. Pero estoy lanzada y sí, me gustan los retos (¡ups! ya se me ha vuelto a escapar) así que llamo a mi profesora de canto y me preparo para enfrentarme a la situación.

Chan chan chanchanchan chan (leer con la música de “Misión imposible”) tiruriiiiiiiiii tiruriiiiiiiiiiii… Clases de canto todos los días, un montón de texto por estudiar, ensayos, bailes. Hasta al Churri se le pegaron las canciones y las canturreaba en la ducha (“Si tú saleeeeeeees a Rosaleeeeeeeeees…”). Resultado: una experiencia estupenda. Está bien, me queda mucho por aprender en canto pero salí del paso airosa y, lo más importante, superé mi miedo. Un montón de gente delante de mí y mi voz saliendo libremente por mi garganta ¡Increíble! Además, lo pasé genial. Fue divertidísimo ensayar, preparar y actuar en “La del manojo de rosas”. Gracias a todos los que me ayudasteis.