Por amor al corto.

martes, 18 de enero de 2011



Ayer ayudé a unos amigos que estrenaban un corto y les hice de maestra de ceremonias en el evento. Esto me hizo pensar en el tema de los cortos. Y es que es dificilísimo hacer un corto, más que difícil es durísimo. Y todo por amor al arte porque por dinero no es, ya que nadie cobra un duro. ¡El arte!¿ Por qué otra cosa se iban a juntar tantísimas personas que se juntan en un corto? Equipo técnico, equipo artístico, producción, los hay hasta con figuración y siempre hay un grupo de gente que anda por allí y que yo nunca me entero de a que se dedican, pero por si acaso yo les miro y les sonrío.
Lo reconozco soy un desastre, nunca me entero de qué hace cada uno. Excepto el que está detrás de la cámara y el que sujeta el micro y la maquilladora, que son cosas evidentes, lo demás es un misterio para mí. Ahora estoy haciendo un esfuerzo sobrehumano por acordarme de los nombres de todos para que no piensen que soy una actriz egocéntrica y que voy de estrella. Pero vamos que nada más lejos de la verdad porque en un rodaje te sientes invisible. Todos te miran pero nadie te ve. El cámara te mira pero en realidad está mirando el plano, el iluminador te mira pero en realidad está mirando la luz, la maquilladora te mira pero solo ve tus brillos y la de vestuario solo ve las arrugas en la ropa.
Pero bueno grabar un corto siempre es una experiencia bonita. Esos madrugones, esas noches sin dormir, esas diez horas grabando con frio, con calor. Todo el mundo mirando al cielo ¿lloverá? ¿Se parará este maldito viento? La ayudante de dirección: ¡Rápido que se nos va la luz! Y el director: No importa esto se arregla en postpro. El de sonido: No se puede grabar hay que esperar a que pase el avion... ahora la moto... ¿podemos desenchufar el frigorifico?
Y por supuesto el catering, auténticos manjares: sándwich de jamón, bocata de chorizo, si tienes suerte comes pollo asado y una paella ya es un lujazo. Todo del Día por supuesto, pero vamos, que no por eso la gente se queda sin comer. Porque allí no sobra ni el envoltorio de las madalenas.
Otro tema son las localizaciones. O son en lugares inhóspitos y lejanos, en pueblos perdidos o locales abandonados. O son en pleno centro pero en casa antiguas con cinco tramos de escaleras geniales para subir a pulso los focos y donde no hay sitio ni para poner la cámara. Y todo esto ¿por un sueldo digno? ¿Por hacernos ricos? No ¡por amor al arte! Bueno, y porque todos esperamos que alguien del equipo pegue el petardazo, empiece a trabajar con Almodovar y se acuerde de nosotros.

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